2.01.2021

Kurt Vonnegut y los chinos minúsculos

La biblioteca de Bhor es la biblioteca pública que más visito. Ya precatalogué todo lo que no me interesaba de momento, con la nostalgia de quién sabe-quizás, nunca se de el momento de leerla. No soy la lectora que quisiera ser. La semana solo me da para un libro y unos cuantos poemas. Pero desde el año pasado empecé a leer cada uno de los libros que me hacían ojitos en cada desalojo de ácaros. Opté por aquellos que me apartaran de cualquier pesadez mental. Quiero leer, como quien sale a caminar por las calles de su barrio. Quiero leer como si tomara el sol sobre el pasto o me tirara a ver el cielo desde la ventana. Cada semana el ritual es el mismo. Me dejo antojar. Volví a leer unos cuantos que ya había leído, por el solo gusto de repetirlos y leí otro que nunca había terminado y este último de Kurt Vonnegut. Lo más bello es que esta biblioteca física tiene una sala virtual de reseñas. Si, en esta biblioteca he podido remitirme a cada libro que leo, excepto los de poesía que casi no reseñó Bhor. Payasadas tiene una entrada en la hoguera que me encantó. Era leer todo aquello que no sabía de ese señor que escuché un día de Bhor: "Se cansó de escribir". Los escritores, decía B. también se cansan de escribir y quieren un día, ser otra cosa. ¿Le hubiese gustado ser a Kurt Vonnegut un chino minúsculo bien intencionado? ¿Hubiese cambiado todo por un boleto a Marte? 

En el libro de payasadas lo que más me gustó fueron los chinos, los minúsculos chinos que aparecen nombrados un par de veces en toda la novela y que son sabios, antiguos, muy pequeños y curiosos por estos otros seres que no son ellos. Ya habían llegado a Marte, ya sabían de varios secretos de algunas mentes geniales y buscaban tesoros en secretos guardados. Su tamaño es perfecto para un bolsillo y su curiosidad para trastocar la gravedad de todos, incluida la de las lectoras. Ay!, si la novela fuese sobre estos chinos tendría todo anotado. Quisiera una etnografía detallada de sus modos de vida, de sus empresas científicas y de sus amores que no dejarán de ser intrigantes con historias de esposas adictas a los hongos alucinógenos en sopas de fideos y verduras. Pero así son los chinos, misteriosos y herméticos. Y así es Vonnegut y sus historias y así soy yo, con este gusto por los personajes y lo paralelo, los detalles que no son la historia pero lo son para mí. Olvido pronto la trama. Ya ni se muy bien como todo ese libro pasó de un tipo de biografía a una historia de un presidente que re nombró las familias. Solo me quedará el encanto de los monstruos y de los enanos. Y esta cita, que le mandé a mis dos amigos más conspiranoicos:

La explicación era la siguiente: los gérmenes infecciosos de la influenza eran marcianos cuya invasión al parecer había sido rechazada por los anticuerpos de los organismos de los sobrevivientes, ya que por el momento había desaparecido la epidemia.

La Muerte Verde, por otra parte, era causada por unos chinos microscópicos, bien intencionadas o amantes de la paz. Pero a pesar de todo, resultaban invariablemente mortales para los seres humanos de tamaño normal que los inhalaban o ingerían. Etcétera


5.25.2020

Tiempo de notas: la ciencia y las prácticas espirituales


Reseñar es guardar con cariño una lectura que nos enseñó algo de la vida. Hace años que no reseño nada de lo que leo, como si me hubiese entregado al olvido. Vuelvo a las memorias con Rupert Sheldrake un biólogo -estudiadísimo- que a través de su exploración espiritual abrió preguntas que la ciencia teme. Buena parte de la ciencia -sabe él- se ha levantado sobre la negación de la consciencia de lo vivo que no es lo humano. Así, llegué por búsquedas aleatorias en la biblioteca a su libro: La ciencia y las prácticas espirituales.  No voy a reseñar los 7 capítulos que lo componen y que abordan la manera como la espiritualidad no es ajena al ateo. No tener dios no implica que no podamos tener una relación con lo infinito y los misterios de la vida. Meditar, agradecer, reconectar con lo no humano, relacionarse con las plantas, los viejos y sabios árboles, participar de rituales, cantar y peregrinar a lugares sagrados son los temas que allí se exponen.  Lo único que he de decir es que leyéndolo ahora le hablo más a mis plantas, las consiento como a mi mascota, agradezco el sol y el viento, siento el piso, medito -con las dificultades- me imagino yendo a una laguna, a la cima de la montaña, escucho música sagrada mientras estudio.

Aquí dejo cada una de las citas que fui tomando que narran lo que de el libro fue trayendo sentido a mis preguntas vitales.


"Los modelos científicos parecen más importantes que los propios organismos vivos.Y luego, esos modelos dependen de procesos físicos que pueden modelarse matemáticamente, y enseguida las matemáticas parecen ser la realidad última. La naturaleza viviente es remplazada por abstracciones mentales, halladas solo en las mentes o en software de los ordenadores. De hecho, una comprensión de esos modelos matemáticos existe solo en una minúscula minoría de las mentes humanas, aquellas que pertenecen a los matemáticos, los científicos formados en matemáticas, y los programadores informáticos.
Sin embargo, para muchos de nosotros, un sentido de conexión directa con el mundo más-que- humano es de gran importancia, y nos ayuda a inspirarnos espiritualmente.  ( 99)

Las mitologías amerindias presuponen que había una unidad espiritual original, un ser humano primordial  del que todas las cosas derivan. Los humanos no proceden de los animales, en lugar de eso, los animales proceden de seres antropoides. El antropólogo sudamericano Viveiros de Castro señala que esta visión tradicional es, en muchos sentidos, opuesta a la nuestra.  Nosotros vemos la naturaleza humana como originalmente  animal, y la cultura humana controla nuestra naturaleza animal. Habiendo sido animales, en el fondo, seguimos siendo animales. En contraste con esto, el pensamiento amerindio sostiene que, habiendo sido humanos, los animales han de ser todavía humanos, aunque de un modo no manifiesto. La naturaleza interna de los animales es como la nuestra, pero sus cuerpos tienen formas no humanas"  (100)

 

Estas diferentes consmovisiones conducen a relaciones muy diferentes con el resto de la naturaleza, Si la naturaleza  es inconsciente y mecánica, como supone la filosofía materialista, entonces nuestra comprensión científica es la realidad consciente suprema. Nuestras experiencias subjetivas son subproductos o epifenómenos de la actividad del cerebro. 

Pero según el biólogo evolucionista Edward O. Wilson, que es un humanista secular, es un error erigir una barrera entre  nuestras experiencias subjetivas y el mundo natural. Wilson cree que los humanos tenemos una necesidad instintiva de conectar con los animales y las plantas, necesidad basada en una larga hisoria evolutiva como cazadores-recolectores. Llama a este instintivo amor a la naturaleza biofilia... Esta biofilia innata subyace a "las conexiones que incoscientemente los seres humanos buscan con el resto de la vida" Edward Wilson /Biofilia. (102)

 

Panenteísmo: ver a Dios en la naturaleza y la naturaleza en Dios. 

El pansiquismo  no significa que los átomos sean conscientes en el sentido en lo que somos nosotros, sino solo que tienen algunos aspectos de mente o experiencia. Las formas más complejas de mente o de experiencia emergen en los sistemas más complejos.  Strawson realistic monism why phisicalism entails panpsychism.
Si los objetos hermosos hubieran sido creados exclusivamente para la gratificación del hombre, habría que mostrar  que antes de que apareciera  el hombre había menos belleza sobre la faz de la tierra que desde que entró en escena...Las flores se cuentan entre las producciones más bellas de la naturaleza; pero se han hecho visibles y al mismo tiempo hermosas, en contraste con las hojas verdes, para que puedan ser fácilmente observadas por los insectos. He llegado a esta conclusión a partir del hallazgo, como norma invariable, de que cuando una flor es fertilizada por el viento nunca tiene una corola de colores alegres... De ahí podemos concluir que si los insectos no se hubieran desarrollado en la faz de la tierra, nuestras plantas no habrían sido adornadas con hermosas flores, sino que habrían producido  solo unas flores tan odbres como vemos en nuestros abetos, robles, nogales, y fresnos, en el césped, las espinas, los diques y las ortigas, todos ellos fertilizados a través del viento." Darwin, el origen de las especies. .. (144)

 

La belleza de las flores depende de los ojos de los animales, lo cual sigifica que los animales han de tener una habilidad para apreciar los colores y las formas. Han de tener un sentido de belleza. De otro modo, ¿Cómo podría explicarse la evolución de las flores? (145)

La mente de un insecto derevia, a fin de cuentas, de la fuente de toda consciencia, y lo mismo sucede con nuestras mentes, cada una a su manera. Toda la naturaleza es un reflejo de la mente creativa que subyace a todas las cosas. Esta es una concepción tradicional cristiana, una concpeción tradicional musulmana y una concepción tradicional hindú. Todas las cualidades que experimentamos -los colores como el verde, y los olores como la lavanda-están presentes en la mente de Dios. Nosotros experimentamos en la experiencia divina de las cualidades. (148)

A menudo los árboles son más ancianos que nosotros, y su presencia pone nuestras vidas en una perspectiva  que no experimentamos en nuestras interacciones de humano a humano. Los árboles son literalmente más grandes que nosotros. Actúan como puentes entre el cielo y la tierra, con sus raíces en la tierra, conectados a la rica vida del suelo, e interconectados con otras plantas a través de la red fúngica de micorrizas, con sus ramos subiendo hacia el cielo y la luz del sol, sensibles a cualquier ráfaga de viento, un hogar para pájaros, insectos y muchos otros organismos vivos. Los árboles nos conectan directamente con la vida de la naturaleza-más-que-humana. ( 155)

La clave de la resonancia mórfica es la similitud. Su efecto usual es reforzar similitudes, que conducen a la elaboración de hábitos. Por el contrario, los rituales implican lo inverso de este proceso. En los rituales, los patrones de actividad se representan de manera consciente y deliberada del mismo modo que se  realizaban antes. En los hábitos, la presencia del pasado es inconsciente; en los rituales es consciente. A través e la resonancia mórfica, los rituales traen el pasado al presente. Cuanto mayor sea la sea la similitud entre el ritual del presente  y el pasado, más fuerte será la conexión resonante. De este modo, la resonancia mórfica proporciona una explicación natural  de la cualidad repetitiva de los rituales hallados en las tradiciones de todo el mundo, e ilumina el modo en que los rituales  conectan a los participantes actuales con todos aquellos que han realizado el ritual anteriormente, remontándose hasta la primera vez que se llevó a cabo. ( 195)

Ahora bien, los rituales no solo tienen que ver con conectar a través del tiempo, tiene que ver también con la apertura al ámbito espiritual en el presente, del mismo modo  que la gente  se abría a este ámbito  en el pasado. Repetir las mismas acciones ayudará a producir el mismo tipo de conexión espiritual. (195)

1.16.2012

Aby Warburg en los desiertos del alma


Descubren las yemas de los dedos, sobre las gruesas hojas de un libro perfectamente editado de Aby Warburg, editorial Sexto piso, una experiencia estética. El tacto y luego la vista, evocan y transfieren por obra del texto, las imágenes y la edición, el impacto que tuvo su viaje por el suroeste Americano. En aquellos desiertos, los rituales de serpientes en boca de los indígenas y las máscaras de los danzantes, agitaron los recuerdos de Warburg, que perseguido por su esquizofrenia, conjuró miedo y fobias, volviendo, veintisiete años después, a los “relatos de [sus] propios pensamientos sobre recuerdos lejanos” (12). Todo ello durante su estancia en el sanatorio de Bellebeu (1923), lugar en el que escribió la conferencia de Kreuzlinguen, hoy El ritual de la serpiente, para demostrarse a él y a su terapeuta, Ludwig Binswanger, que ya era tiempo de volver al mundo. 

 En el transcurso del viaje (1895-1896), Warburg conoció a dos guías e investigadores que al igual que él, tuvieron ese aire único de los seres apasionados: Matilda Coxe Evans Stevenson (1855-1915 ), primera mujer etnóloga reconocida en los Estados Unidos y, Frank Hamilton Cushing (1857-1900), autodidacta especialista de los indios pueblo. Matilda Coxe incursionó con éxito entre los indios pueblo siendo los Zuñi de quienes recibió mayor empatía al punto de que fue tratada como uno de ellos. Sobresalen sus observaciones sobre los niños, los patrones de crianza, la religión y la simbología. De ella Warburg obtuvo una foto de un altar de la tormenta tallado en madera, en el cual se destacan las serpientes-rayo (22). En cuanto a Cushing, conocido como el blanco que se volvió indígena, una cita del propio Warburg -sobre las palabras que un indio le dijo a Cushing- permite suponer la simpatía -si no es que impresión- que le debió haber producido este particular hombre:


 “¿Por qué razón deberíamos creer que el hombre está por encima del animal? Observa el antílope que es puro correr, y corre mucho y mejor que el hombre, y observa el oso que es la fuerza pura. Los hombres solo hacen en parte lo que el animal es enteramente” (30)

7.29.2011

Serpiente de dos Cabezas


Serpiente de la eternidad
Es la serpiente un animal ambiguo por simbolismo. Dios recomendó al hombre la prudencia de la serpiente (mateo, 10:16) y fue ella, en otra ocasión, la servidora del demonio en el conocido  palabreo que tuvo con hombre y mujer para que dejaran de un solo bocado el paraíso. En ese tránsito es que su imagen difiere en los textos: a veces es el mal otras veces el tiempo; comiéndose la cola es la circularidad cósmica, un referente del tiempo la eternidad, el universo: y con su cambio de piel es el símbolo de la vejez luego de la renovación.
En el barroco acompañaba a un hombre con alas muy grandes (el tiempo) y enroscada a una  sensual mujer completa la imagen de Lilith del pintor Jhon Maler Collier. Así es que en ella y en todos los animales, como decía  Fajardo Saavedra (notable representante de la emblemática del siglo XVII),  “no hay virtud moral que no se halle" (Citado en Buharque de Holanda, 1987,254)

7.06.2011

Cose che la natura fá per istranezza: La Jirafa de Piero de Cósimo

Vulcano y Eolo como maestros de la humanidad. Piero di Cosimo . Cuadro que perteneció a  la colección de Lord Lothian  en Dalkeith Escocia, y que adquirió la National Gallery del Canadá en Ottawa.  Obra pintada sobre lienzo basto y de dimensiones: 1, 58 x 1, 56 metros.  (Panofsky, 1972, 55)


Piero di Cosimo odiaba el sonido de las campanas, los jardines sin maleza y los viajes. En su vida, según sus biógrafos, viajó una sola vez a Roma; los demás años los pasó en Florencia, ciudad de ciudades que le bastó para ver todo lo inimaginado y para sufrir los cambios de una época que se le hacía a un hombre de su temperamento, desmedidos. A Piero di Cosimo lo conocí por Panofsky; A Panofsky por un folletín sobre emblemática y por una lectura de Hiriart y a Hiriart por la voz de Bhör que me compartió la historia de Pandora. Pero esta reciente presentación, la de Cósimo y la de Panofsky, ofrece a horas y días de descubierta, historias mínimas para toda la vida. He ahí la historia de la Jirafa que se partió el cuello en Florencia.

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