7.01.2009

EL PARAISO EN EL NUEVO MUNDO

Levinus Hulsius. (Raleigh, 1993)

Poco contentas se mostraban las muchachas que se encontraban al lado de los viejos mientras los que estaban junto a los jóvenes mostraban con sus actos y su voz toda su felicidad. Antes de terminar el banquete ya había por ahí abrazos y besos furtivos” Fragmento del mito del yuruparí (Stradelli, 2004 pág.145)

Seguro estaba Colón de haber encontrado la teta paradisiaca en la que oro, especias y mujeres hermosas abundaban. Lo creyeron muchos otros hombres y el sueño “Dorado” y el ansia voluptuosa de la pasión sin restricciones de las indias que más que orientales eran desnudas, tentó la aventura al nuevo mundo. LLegaron hombres que se volverían chamanes como el legendario “Cabeza de Vaca”, curiosos y desconocidos pioneros de la etnología como “Ramón Pané” y quijotescos hombres ilustrados como Walter Raleigh que conserva una de las crónicas más bellas de las tierras selváticas.

Walter Raleigh leyó a Cieza de León pero también a López de Gomara y sus conquistadores a imitar fueron Cortés y Pizarro. Raleigh partió a América por segunda vez a descubrir un imperio como el Inca o el Azteca. Ecribió una carta para la reina de Inglaterra y prometío a cambio d ela financiación, conquistar para ella las tierras de Manoa, la tierra en las que las montañas brillan del oro que quedaba en la Guyana. La Guyana, tierra desconocida en nuestra geografía mental por ser aún hoy más del otro lado del atlántico que del nuestro, va de la parte norte del Brasil a Venezuela y del Atlántico a las selvas del Orinoco. En el siglo XVI aquella tierra salvaje prometía a los aventureros el paraíso del que habló Colón. Fue así que en medio de las nubes de mosquitos y el calor que distorsiona el paisaje Raleigh financiado por su reina, navegó el Orinoco y se informó de las Amazonas de quienes en el año d e 1542 (cincuenta años antes de su expedición) habían dado noticias de vista la expedición de Francisco de ORellana. Según la crónica escrita por el Fray Gaspar de Carvajal sobre el descubrimiento del Río de las Amazonas llamado así en honor a las belicosas mujeres, la batalla con las dichosas mujeres tuvo ocasión el 24 de junio. Dice el Fray que dieron muerte a 7 u 8 de estas.

Las noticias de Raleigh sobre las Amazonas fueron ilustradas por Levinus Hulsius. El festín del que habla Raleigh, en la que las mujeres libres de odios se juntan con los hombres al estilo del paraíso del Bosco:

“He indagado entre los ancianos Oreniqueponi que más han viajado y tengo conocimientos acerca de todos los ríos que hay entre el Orinoco y el de las Amazonas. También tenía muchas ganas de conocer la verdad acerca de esas mujeres-guerreras, pues unos creen en su existencia y otros no. Y aunque me desvíe de mi asunto, voy a relatar lo que me han asegurado ser verídico, referente a esas mujeres. Hablé con un cacique o señor, quien me dijo que había llegado el río [de las Amazonas] e incluso más allá. Las regiones donde viven esas mujeres están situadas en la parte sur del río, en las provincias de Topago, y su mayor número donde predominan coinciden con las islas situadas en la parte Sur de la entrada, a unas 60 leguas aguas arriba de la boca del río citado. Se sabe de tales mujeres desde la antigüedad, tanto en Asia como en Africa. En Africa están las de la reina Medusa; y hay otras en Scithya, cerca de los ríos Tanais y Thermodon. También sabemos que Lampedo y Marthesia eran reinas de las Amazonas. Su existencia está comprobada en muchas historias pertenecientes a distintas épocas y lugares. Las que se encuentran cerca de la Guyana sólo tienen trato con hombres una vez al año, y por periodo de un mes, que tengo entendido es el de abril. En esta época todos los reyes de las fronteras y las reinas Amazonas se reúnen y, una vez que las Reinas han escogido, las demás sacan a suerte sus valentines [parejas]. Durante este mes hay banquetes y bailes; y todos viven de vino en abundancia. Pero al acabar la luna, todos se marchan a sus respectivas tierras. Si las amazonas quedan en estadio, y dan a luz, envían el fruto a su padre si es varón. Pero si es hembra, se quedan con ella y la crían. Por cada hija mandan un regalo al progenitor, ya que todas tienen grandes deseos de incrementar el número de las de su sexo y clase. Pero no he encontrado confirmación a lo que se dice referente a que se cortan el pecho derecho. También me dijeron que si cogen prisioneros en alguna guerra conviven con ellos en cualquier época; pero al final, indefectiblemente, los matan. Según dicen, son muy crueles y sanguinarias, sobre todos con los que intentan invadir sus territorios. Las amazonas tienen también esas mismas planchas de oro, que consiguen casi siempre a cambio de una especie de piedras verdes que los españoles llaman piedras hijadas, y que nosotros usamos para los nervios y para enfermedades del riñón y del hígado. Vi varias de ellas en Guyana, y es corriente que cada rey o Cassique tenga una, que sus mujeres suelen llevar y estiman como a joyas preciosas” (Raleigh, 1595)

Esta noticia de las Amazonas pasa por una de las locuras de Raleigh. sin embargo este relato presenta dos elementos que trataré en otra ocasión: las piedras hijadas también conocidas como muyraquitas, amuletos en jade relacionados con las mujeres de la Amazonía y el correlato del mito del “Yuruparí”, un mito pan Amazónico que narra la historia de unas mujeres que deciden dejar a los hombre (como las verisiones del mito Griego) y que aún hoy es tema de discusión y de extrañeza para Antropólogos, literatos, folcloristas.

M.j.E

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