Hay libros que de no ser por su maravilloso contenido y su logrado esfuerzo editorial no se les perdonaría su fealdad. El libro merece, por ser libro, ser hermoso, tener una tipografía que conquiste el ojo, una diagramación que permita tomarse un respiro, un papel que provoque tocar cual si fuese un armiño y una portada de tapa dura o blanda que seduzca como seducen las fresas maduras, a la vista, el tacto, el gusto y el olfato. Ser feo para un libro es el peor de sus destinos pues como objeto que además de adornar instruye, no contar con la gracia que conquista puede significarle su olvido o el anonimato. Hay sencillas portadas sin más que dos franjas de color, el caso de la selección de ensayo de Siruela, que son además de llamativas por su alto contrastes, deliciosos como un chocolate temperado. En rosa encendido, que algunos llaman fucsia y un azul oscuro, la portada del ensayo de María Zambrano “Los sueños y el tiempo”, no podía haber tenido mejor mecenas. Fino papel, excelente tipografía y esa seductora portada me hicieron hace ya un tiempo comprarlo aunque no hubiese leído el ensayo. Amor a primera vista, creo yo. Pero no todos cuentan con la misma suerte. Otros libros por el contrario no provocan a la vista. Suelo dejarme conquistar por las bellas apariencias pero reconozco que hay editoriales cuya aburrida cola de formalidad la tienen bien larga y en ese caso no queda más que ser curiosa antes de prejuiciosa. Para el caso, existe cerca de mi pueblo una de las editoriales de curiosidades más mal presentadas que de no ser por el amor que profeso a los libros, seguro que pasaría por alto sus títulos en un arrume de saldos en un pulguero, donde siempre hay ocasión de cazar una piedra preciosa desgastada por el tiempo. La imprenta patriótica del instituto Caro y Cuervo, la editorial que contrata profesionales de la mejor calidad menos un diseñador, queda en la falda de la montaña llamada Yerbabuena. El catálogo de esta imprenta llena de disquisiciones sobre el lenguaje tiene entre sus listas un par de fresas silvestres escondidas dentro de la maleza propia de sus insípidas portadas. Verdes hospital, amarillo bilis o en el peor de los casos color arequipe con letras verdes y una horrorosa letra mayúscula, estos libros de tapa de cartón cartulina plastificada los salva, como a los hombres feos, la riqueza que llevan por dentro. Así fue que me dejé seducir por el título de un libro cuyo encanto he tenido que descubrir con pinzas aunque es sin dudas un tesoro. En entradas anteriores comenté algo sobre el grabador Teodoro de Bry y en esta ocasión averigüé un poco más de este grabados, dibujante y editor flamenco que ejerció las veces de falso cronista de América. Revisados un par de libros y recomendé la excelente obra de América editada por Siruela en tamaño descomunal y a todo color que contiene todas los grabados de este artista, sin embargo traigo en esta oportunidad desde la biblioteca, un libro del Caro y Cuervo color Arequipe que no le hace honor (en cuanto a la presentaciòn del libro) al antiguo editor que en su època publico cada obra como si fuese una copia única, una obra de arte. No insistiré más en sus cuestionables faltas estéticas y paso a contar un poco de sus encantos escondidos.
Idea Verdadera y Genuina de todas las principales historias y de los varios ritos, ceremonias y costumbres de los habitantes de las Indias; lo mismo que de las principales ciudades e islas y fortaleza o defensa: de las cuales se trata en esta parte novena de las historias de la América o india Occidental.
En el siglo XVII la brevedad no era precisamente una preocupación de los escritores y menso de los editores. Este provocador título de Verdadera y Genuina historia cuyo autor es el ya nombrado Theodoro de Bry (otros escriben Teodoro) no escatima en presumir de sus dotes artísticos al agregar que: “A este diseño histórico, con el objeto de un fácil entendimiento y mayor placer se ha anexado y añadido un buen número de dibujos, grabados con el arte más exquisito” A costa, cuidado y diligencia de Theodoro de Bry, y muerto él, de su viuda sobreviviente, y de sus hijos Teodoro y Juan Israel. En Francfort . Imprenta de Teodoro Becker. 1602 Se imaginaran entonces que estos libros desde la portada con delicados adornos merecían ser a un buen tamaño. La genuina historia editada e ilustrada por el hombre que nunca estuvo en América Aunque lleva su tiempo leer el título, más cuando la copia facsímil editada por el Caro y Cuervo conserva del original los apartes en Latín bajo traducidos en seguida por del padre Jesuita Manuel Briceño Áuregui. Todo ellos insta a repasar los casos del latí y aprender si da la ocasión una nueva palabra en latín. El autor del texto en Latín, de Bry, fue en su juventud discípulo de Durero, de quien aprendió el grabado con madera. En medio de sus aprendizajes el grabador de América sufrió la persecución por el imperio español por loque tuvo que estar siempre en ciudades que profesasen el protestantismo. De Bry vivió en Strasburgo, Francfort del Main y en Londres. En aquel entonces a España y su imperio que ya llegaba hasta Alemania no le bastaron las almas de América sino que el imperio se propuso emprender la cruzada Europea de exterminio de protestantes, judíos y hugonotes. Muchos de los no cristianos se vieron obligados a exiliarse en Holanda, ciudades Alemanas protestantes o Inglaterra. Situación que propició que excelentes grabadores, ilustradores, editores e impresores de libros convergieran en las mismas ciudades. En la “Vera et Genvina”, descubrimos bajo la luz del estudio riguroso de Áuregui (Traductor) y Luis Carlos Mantilla (prologuista del libro), que la ofensa española era tal que de Bry tomó partes completas de la “Historia natural y Moral de las Indias” [publicada en 1590] del padre Jesuita José de Acosta [1540-1606], aunque nunca lo menciona. El encuentro de dos artistas, De Bry con sus dibujos y Acosta con su historia, pese a sus diferencias de credo, se corresponden como para encontrarse en una misma obra. Dejo entonces un fragmento (el original cuenta con 25 grabados y la edición del Caro y Cuervo con 14) sobre el animal que creyeron los españoles era un camello y que en América se llama, “llama”.
DE LAS OVEJAS DE LAS INDIAS QUE DE LAS MONTAÑAS TRANSPORTAN LOS METALES
La provincia del Perú tiene una especie de peculiar de ovejas, que los indios denominan llamas. De todas ella, fuera de que la carne les sirve de comida y tejen vestidos de lana, también un uso importante es que son muy cómodas en lugar de caballos o de asnos para llevar carga. Les acomodan encima cuanto peso deben transportar lejos. Ellas mismas acarrean de las minas de plata que trasladan de Potosí a Arica, en una distancia de setenta millas. Andan en caravana hasta de trescientas y cuatroscientas de una vez. Y no necesitan muchos conductores o guías: y en un día avanzan más o menos cuatroscientas millas. Dichos animales no son en manera alguna dispendiosos para los amos. Porque ni llevan monturas, ni necesitan frenos, ni herraduras en los cascos, ni se alimentan de otro con otro pasto distinto del que pacen en los cmapos. Pero los que las conducen, cuidan con mucha diligencia de no ofender lo más mínimo a ninguna de ellas: porque si una se enoja y se echa al suelo, entonces ni con amenazas ni aun con golpes la pueden levantar para que prosiga el camino. Sino que es absolutamente necesario que de los compañeros alguien le eche al suelo cerca del animal y en esta posición pase dos o tres horas acariciándola con palabras amables hasta que se levante y termine al jornada. Pero si por casualidad en cualquier parte se escapare alguna por los montes, entonces para traerla no queda más remedio ni otra manera que disparar una bala de escopeta para espantarla así de las cimas de los montes.
Apartes de José de Acosta sobre las Llamas:
8.19.2009
La mala suerte de un editor mal editado
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Animalario,
Libros Raros y Curiosos,
Theodoro de Bry
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